La Oficina de Arquitectura Trace (TAO) de Pekín considera el arte de diseñar espacios como "un organismo en evolución, un todo inseparable de su entorno, más que un simple objeto formal".

Este proyecto costero es un buen ejemplo. El equipo de diseño se inspiró en una escena poética: "Un barco pesquero abandonado ha encallado en una bahía natural del extremo oriental de la península de Jiaodong. Entre el movimiento y la inmovilidad, la vida y la muerte forman una imagen de eternidad e instantaneidad". Así se les ocurrió la idea de un café en forma de pabellón flotante, como "un pequeño y ligero objeto volador que llega a esta playa con ligereza y parece poder marcharse en cualquier momento". Círculos, triángulos, arcos, cuadrados, placas planas, mástiles oblicuos... son los componentes de este diseño donde el horizonte y el cielo se encuentran. La experiencia arquitectónica comienza con una "caminata" por la fina arena. A medida que se camina por el sólido suelo de hormigón, el espacio desciende gradualmente y se abre al mar y a la playa. El interior de acero presenta un aseo circular, un mostrador cuadrado y un bar abierto arqueado. El interior y el exterior están separados por puertas correderas de cristal que, al abrirse, ofrecen un mirador y un comedor más espaciosos. Con su terraza en la azotea, el pabellón domina el nivel del mar y ofrece vistas panorámicas del pueblo y las colinas.

©CHEN Hao








