Guantedoble
Tras haber hecho de la Red el caldo de cultivo de nuevas narrativas que hibridan lo real y lo virtual a través de la inteligencia artificial (IA), Grégory Chatonsky parece haber abierto la caja de Pandora de nuestro mundo posmoderno: delegando la composición de sus visiones distópicas en la "imaginación artificial", el artista parece haber vendido su alma al azar y a la indeterminación.
Inspirándose en la avalancha de imágenes acumuladas en la Red, la IA intenta imitar la realidad, pero siempre se desvía y distorsiona. Agente perturbador de nuestro paisaje, cuya dislocación y ruina anticipa, no produce más que lo monstruoso. Así son los guantes atrofiados de la última serie del maestro de la ambigüedad: guantes que no se pueden poner, con dos, cuatro o seis dedos, que cubren la parte más técnica del cuerpo humano como una segunda piel.



Al aparecer así "fetichizada", como en las escenificaciones surrealistas de Man Ray o Max Ernst (el artista favorito de Chatonsky), la mano enguantada revela la imperfección de todo artificio, pero también la duplicidad intrínseca de la naturaleza. Habiendo observado que en las imágenes generadas por la IA, las manos aparecían anormales y deformadas, y que el proceso de imitación de la realidad por parte de la IA tropezaba con esta parte dual del cuerpo, Chatonsky quiso ponerlo de relieve recordando, como buen filósofo que es, el principio de quiralidad sacado a la luz por Aristóteles, Kant y algunos otros, es decir, que los organismos vivos están divididos en dos partes y que las células de estas dos partes nunca son absolutamente idénticas...


Estudio Chatonsky / Manifiesto Poush








