Si la obra de Inès Mélia es tan fascinante, es porque la artista tiene la habilidad de crear con la banalidad de la vida cotidiana. Los libros desechados se transforman en poéticas cajas de pañuelos, mientras que el queso se transforma en sorprendentes candelabros de cerámica. El mundo doméstico la inspira, una musa con la que se divierte, pero siempre con rigor. 

Con esta ligereza comienza el otoño de 2022, inaugurando su primera exposición individual "Ne me retiens pas" en la Galerie 75 Faubourg. Acompañada por el comisario Jérôme Sans, la joven artista prosigue su investigación sobre el mundo de lo íntimo, vinculando cada una de sus obras a una palabra, una serie de letras que, al unirse, adquieren un significado, lo que a veces conduce al error o a la ambigüedad. 

La diseñadora ha vuelto a los medios que le son queridos. Los libros, en particular. Superpuestos unos sobre otros, se convierten en tótems a la Ettore Sottsass. Los bordes se unen y los títulos se alinean para crear un exquisito entramado de palabras. En el suelo, las obras literarias se rodean unas a otras, dejando al descubierto una expresión de doble sentido dibujada por la artista. 

Inès Mélia también vuelve a la pintura con lienzos de mayor tamaño. Las páginas de la novela La Prisonnière de Marcel Proust se empapelan formando una cuadrícula, a la que se superponen formas libres y coloridas imaginadas por la artista. Es un pulgar en la nariz a la historia y la heroína confinada.  

Para Inès Mélia, la palabra es escultura. Ya sea en un libro, un tótem o un cuadro, o inscrita en una estatua lineal de huevos, toma forma y se transforma a los ojos de cada uno. Con "Ne me retiens pas", la artista libera la palabra de su hoja, con precisión y picardía. 

"Ne me retiens pas" - Galería 75 Faubourg

 75, rue du Faubourg-Saint-Honoré, París ^8e
Del 9 de septiembre al 7 de octubre de 2022 

Louise Conesa