La sustancia: una obsesión visceral por la juventud

Con La sustancia, Coralie Fargeat ha creado una narrativa cinematográfica tan cautivadora como inquietante, que explora las obsesiones sociales con la juventud y la apariencia. Presentada y aclamada en el Festival de Cannes 2024, la película mezcla lo extraño con lo sublime, sin dejar de inscribirse en una tradición cinematográfica rica en referencias y audacia visual.

La sustancia, Coralie Fargeat, 2024

Una trama de varios niveles

La película está protagonizada por Elisabeth Sparkle (Demi Moore), una antigua estrella de cine reducida a presentar un programa de aeróbic en una industria que valora la juventud por encima de todo. Su mundo se derrumba cuando es sustituida por una presentadora más joven. En un acto de desesperación, Elisabeth recurre a una sustancia experimental que promete un rejuvenecimiento radical. Pero la sustancia hace algo más que rejuvenecer su aspecto; crea una versión más joven e independiente de sí misma (interpretada por Margaret Qualley), poniendo patas arriba su identidad y su sentido de sí misma.

Esta premisa, ya de por sí cautivadora, se convierte rápidamente en una pesadilla psicológica y física, que explora temas como el ego, la feminidad y las expectativas culturales impuestas a las mujeres.

Una escenografía hipnótica

La escenografía desempeña un papel fundamental en The Substance, ya que transmite las emociones de los personajes a la vez que desestabiliza al espectador. El piso de Elisabeth, en lo alto de Los Ángeles, se presenta como un espacio frío e impersonal, reflejo de su vida controlada y sin sentido. Los grandes ventanales que ofrecen una vista panorámica de la ciudad simbolizan tanto su aislamiento como su deseo de mantener una apariencia perfecta.

Pero a medida que avanza la trama, estos espacios asépticos se transforman en escenarios opresivos. La luz natural da paso a una iluminación artificial roja y negra, que simboliza la degradación gradual de la identidad de Elisabeth. Estas elecciones estéticas recuerdan el trabajo de Stanley Kubrick en El resplandor, donde el uso del color y la simetría transforma un lugar aparentemente ordinario en un espacio de angustia.

El efecto claustrofóbico se refuerza con movimientos de cámara fluidos pero intrusivos, que siguen a Elisabeth por pasillos laberínticos o captan reflejos distorsionados que transmiten la fragmentación de su yo. Al igual que el Hotel Overlook, el piso se convierte en un personaje por derecho propio, un espacio vivo y cambiante que refleja el estado mental de Elisabeth.

La sustancia, Coralie Fargeat, 2024

Referencias a Cronenberg y Kubrick

La Sustancia se inscribe en una tradición de películas en las que el cuerpo y la identidad se ponen a prueba, evocando las terroríficas metamorfosis de La Mosca de David Cronenberg. La sustancia, como elemento narrativo, actúa como una fuerza perturbadora que transforma no sólo el cuerpo, sino también la relación de Elisabeth con el mundo que la rodea. Como en La mosca, estas transformaciones son tanto físicas como psicológicas, jugando con el miedo a perder el control.

La influencia de Kubrick también es palpable en el uso de la simetría y las composiciones cuidadosamente calculadas. Las escenas en las que Elisabeth y su versión rejuvenecida interactúan están filmadas con precisión clínica, acentuando el contraste entre sus personalidades y difuminando al mismo tiempo la línea que separa la realidad de la alucinación.

La sustancia, Coralie Fargeat, 2024

Una actuación deslumbrante

Demi Moore realiza una interpretación magistral, interpretando con intensidad a una mujer atrapada por sus propias decisiones. Su imponente presencia se equilibra con la energía juvenil de Margaret Qualley, cuya interpretación electriza la pantalla. Las escenas entre estas dos actrices se cuentan entre las más memorables de la película, explorando las tensiones entre lo viejo y lo nuevo, el deseo y el rechazo.

Crítica social incisiva

Más allá de sus proezas visuales, The Substance ofrece una feroz crítica de la obsesión de la sociedad por la juventud y la perfección. La sustancia se convierte en una metáfora de los sacrificios que a menudo se imponen a las mujeres en su búsqueda de la eterna juventud, pero también en un espejo de las industrias que explotan estas inseguridades.

Fargeat también cuestiona las nociones de identidad y autonomía, explorando lo que ocurre cuando la búsqueda de la perfección sobrepasa los límites humanos. La película es tan inquietante como fascinante, y ofrece una experiencia cinematográfica a la vez visceral e intelectual.

La sustancia, Coralie Fargeat, 2024

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