EL PARK HYATT MARRAKECH

ENTRE EL LUJO CONTEMPORÁNEO Y LA TRADICIÓN MARROQUÍ
En los palmerales de Marrakech, lejos del bullicio de la medina, he encontrado un refugio donde el lujo moderno se une a la autenticidad marroquí. Nada más cruzar las puertas del Park Hyatt, me envolvió una suave serenidad, transportada por el aroma de los naranjos y el sutil juego de luces y sombras característico de los patios de la región.

Park Hyatt Marrakech

Lo que primero me llamó la atención fue la armonía entre las líneas contemporáneas y los materiales tradicionales. El tadelakt que cubre las paredes, el sutil brillo del mármol y los toques de madera de cedro aportan una elegancia relajante a cada espacio. Mi dormitorio, bañado por la luz natural, era un auténtico capullo. Las alfombras tejidas a mano y las obras de arte locales parecían contar una historia, la de un Marruecos rico en tradiciones y abierto al mundo. Mientras deambulaba por los pasillos, me detuve ante las obras de Mounat Charrat y Khadija Tnana, que aportan una dimensión cultural única a la experiencia. Más que un hotel, esto es una galería de arte.

UNA MESA DONDE BAILAN LOS SABORES

En TFAYA, cada bocado es un viaje. Saboreé una paletilla de cordero cocinada durante ocho horas al estilo Hargma, excepcionalmente tierna, realzada por especias marroquíes como el comino, el cilantro y un toque de jengibre. Este plato de rico sabor iba acompañado de un hummus de judías blancas cremoso y ligeramente picante y de batbouts, panecillos marroquíes frescos horneados en una sartén y servidos calientes, que realzaban cada bocado. De postre, el soufflé de amlou, aireado y fundente, me transportó con sus delicadas notas de almendras y aceite de argán. Cada cucharada evocaba la finura y la elegancia de la gastronomía marroquí.
El Chef Issam Rhachi y su equipo combinan brillantemente la autenticidad de los sabores locales con una sofisticación digna de los grandes restaurantes internacionales. En el lounge bar, saborear una copa de Château Roslane blanco, un vino marroquí con aromas de cítricos y flores blancas, frente a las montañas del Atlas bañadas por el sol poniente, se convierte en una experiencia casi meditativa.

RELAJACIÓN POR ENCIMA DE LAS EXPECTATIVAS

El spa... Podría hablar de él durante horas. Todo empezó en una sala poco iluminada, donde el aroma a azahar y eucalipto me preparó suavemente para el ritual. El hammam, con su calor envolvente, parecía disipar todo el cansancio acumulado en mis músculos. Luego vino la exfoliación con jabón negro, una sensación a la vez tonificante y relajante, seguida de una envoltura de ghassoul que dejó mi piel más suave que nunca. ¿Lo más memorable? El momento en que me llevaron a una sala de relajación, tumbada en una cama con calefacción y con una infusión de menta fresca en la mano. Fue como flotar entre dos mundos, entre el cuerpo y la mente.

UN ABANICO DE EXPERIENCIAS AUTÉNTICAS

Lo que me encantó del Park Hyatt fue que la experiencia iba mucho más allá de las paredes del hotel. Una mañana en globo aerostático sobre los valles del Atlas siempre quedará grabada en mi memoria: ver salir el sol sobre paisajes infinitos era de una belleza impresionante. ¡Y aquel taller de cocina en una casa bereber! Machacar las especias, oler la cúrcuma y el comino en el aire, luego degustar lo que había preparado en compañía de una cálida familia... Fue uno de los momentos más auténticos de mi estancia.

El Park Hyatt Marrakech es más que un hotel. Es una inmersión en un mundo donde la exigencia de una marca de lujo internacional se combina armoniosamente con un entorno profundamente arraigado en la identidad marroquí. Entre el cuidado de los detalles, la valorización de los sabores locales y el respeto de la tradición, todo es testimonio de la voluntad de conjugar coherencia y autenticidad.


PARK HYATT MARRAKECH
AL MAADEN, MARRAKECH (MARRUECOS)
HYATT.COM

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