Todo empezó cuando Prune Merlin, junto con su madre, su hermana y su tía, se enamoró de Ortigia, una diminuta isla a las afueras de Siracusa, frente al Etna.


Entonces, juntos, cayeron bajo el hechizo de uno de los palazzinos, con sus muros de piedra rubia, su patio sombreado y su azotea con vistas al mar. En lugar de convertirlo en una casa de vacaciones familiar, que era su idea original, Prune decidió transformarlo en un hotel íntimo. Ella misma diseñó el interior, recurriendo a los mejores artesanos locales.


El resultado es un alegre mosaico de colores, motivos, materiales y recuerdos vintage. Toda una invitación al viaje. Lùme ("resplandor" en italiano) abrió el verano pasado con seis habitaciones y suites, algunas con terraza. Prune confió las llaves a su prima Hanawa y a su pareja Ronan. Es una maravillosa historia de familia y pasión.
Céline Baussay








