

Una posición borrosa en Google Maps, ninguna señal al borde de la carretera... Para conocer la ubicación exacta del SOWK Resort (SOWK significa "en algún lugar que sólo nosotros conocemos"), en la isla de Koh Phangan, en el golfo de Tailandia, sólo hay una solución: reservar una de las tres villas enclavadas en la ladera, entre la selva y el mar, a las que se accede por un sinuoso camino. Estos refugios de lujo, para sólo dos personas, han sido diseñados desde cero, desde los cimientos hasta el mobiliario, por un francés, Guillaume Brachet, que se ha divertido llenándolos de detalles insólitos: un tobogán para bajar a la playa, un columpio en el baño, una enorme red donde tumbarse entre los árboles para admirar la bahía o las estrellas, una cama redonda XXL... También ha inventado un sistema de climatización natural y ha creado una piscina sin productos químicos.


Su promesa puede resumirse en tres palabras: intimidad, naturaleza e inmersión. Semanas antes de su llegada, en conversaciones con los conserjes, se invita a los huéspedes a definir su programa a medida con actividades que se incluyen, al igual que los traslados y la pensión completa, en el precio de su estancia. Senderismo por el bosque con un experto en plantas medicinales, una noche en el mar con pescadores locales, una visita al mercado local y una clase de cocina con el chef privado del ecolodge, una introducción al boxeo tailandés o a ThetaHealing (una técnica de desarrollo personal), un encuentro con un monje, un maestro de reptiles o un músico, talleres para fabricar su propio aceite de coco, joyas o zapatos de cuero... Hay más de 80 experiencias personalizadas para elegir, la mayoría de ellas exclusivas.










