Afincada en Berlín, la fotógrafa turca nos lleva de viaje por sus entornos, donde arquitectura y arte se combinan en composiciones minimalistas, geométricas, coloristas y llenas de contrastes.
Las fotografías de Helin Bereket nos invitan a viajar por el mundo a los lugares que más libertad creativa le dan. Licenciada en arquitectura y arte, Helin Bereket, nacida en Estambul, se aficionó a la fotografía por casualidad en 2013, cuando le regalaron su primera cámara. Desde entonces, esta mujer que este año cumple 40 años ha ido perfilando su estilo interdisciplinar a medida que hacía descubrimientos. También utiliza su experiencia para desarrollar conceptos creativos para marcas, como sus colaboraciones con Nikon, Swatch, BMW, Issey Miyake y Scotch & Soda. Su Instagram es una auténtica cueva de Alí Babá, donde juega con espacios urbanos y rurales, simetrías, geometrías, colores, contrastes y luz, al tiempo que aporta cierta singularidad arquitectónica: "Estudiar arquitectura te da una visión del mundo un poco diferente [...] Mi formación influye mucho."
Sublimación en otros lugares
Esta riqueza pictórica emana de sus viajes, que se han convertido en una prolongación de su obra. Namibia, Líbano, Omán, Polonia, California, México, España, Sicilia... Esta prolífica artista captura todos los lugares que despiertan y alimentan su imaginación, incluyendo objetos, edificios, paisajes, coches, interiores y exteriores. Como esta asombrosa toma titulada Monopoly, que parece una ilustración digital, pero que en realidad tomó durante un vuelo panorámico sobre Swakopmund, un balneario de Namibia. "Usa las coordenadas 22° 38'14.4″S 14°33'43.7″E en Google Maps, cambia a vista satélite y lo encontrarás", explicaba entonces a sus seguidores en Instagram. También destacan sus fotografías de la mítica Muralla Roja de Ricardo Bofill, su viaje por carretera por la Ruta 66 o sus autorretratos para el Día Internacional de los Derechos de la Mujer. O sus instantáneas de casas abandonadas llenas de arena en la ciudad fantasma de Kolmanskop, en pleno desierto del Namib, sin olvidar su bonito juego de piernas a través de una arquitectura repetitiva y geométrica.
